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castillo viejo de Manzanares

El Castillo Viejo, que es así como se llama, tiene un origen incierto. Se sabe que es anterior al castillo que ha dado fama internacional a Manzanares el Real, pero no hay datos sobre la fecha exacta de su construcción. Según algunos autores, pudo ser erigido en la primera mitad del siglo XIV, para disfrute de Leonor de Guzmán (1310-1351), a quien su amante, Alfonso XI de Castilla (1311-1350), le había hecho entrega de las tierras del Real de Manzanares.


Esta hipótesis se apoya en la existencia de un documento firmado por el monarca, solicitando carpinteros para los "palacios de Manzanares". Sin embargo, no es posible certificar que el rey se estuviera refiriendo al Castillo Viejo, pues cabe la posibilidad de que la pareja tuviese a su disposición otras residencias, tal vez de carácter provisional.


En cualquier caso, la teoría más aceptada es que fue edificado a finales del siglo XIV, poco después de que la Casa de Mendoza tomara posesión del Real de Manzanares.


Este territorio, que ocupaba la franja meridional de la Sierra de Guadarrama, fue objeto de fuertes disputas entre las Comunidades de Villa y Tierra de Segovia y de Madrid, que aspiraban a controlar sus ricos pastos y bosques. El 14 de octubre de 1383 el rey Juan I de Castilla (1358-1390) puso fin a los conflictos entre madrileños y segovianos haciendo donación de las tierras a su mayordomo, Pedro González de Mendoza (1340-1385), quien, un año después, decidió legarlas a su hijo, Diego Hurtado de Mendoza (1367-1404). A este último es a quien, de forma tradicional, se atribuye la fundación del Castillo Viejo.
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Fuere como fuere, la fortificación tuvo una vida relativamente corta, ya que, en el último tercio del siglo XV, los Mendoza decidieron abandonarla y levantar otra de mayor tamaño, acorde con el rango alcanzado por esta poderosa familia. Para evitar los costes de mantenimiento que hubiera supuesto tener dos fortalezas abiertas y, sobre todo, para impedir que cayera en manos hostiles, el viejo edificio fue desmontado piedra a piedra, hasta dejar solamente la parte baja de los muros.

Hoy día el Castillo Viejo languidece arruinado en un escondido rincón de Manzanares el Real, mientras que la fortaleza que le tomó el relevo se alza esplendorosa a orillas del Embalse de Santillana, convertida en uno de los símbolos de la Comunidad de Madrid.

El Castillo Viejo presenta un trazado muy recurrente en las construcciones militares españolas de los siglos XIV y XV: una planta cuadrangular, con torres circulares en tres de los ángulos y una cuarta cuadrada, la del Homenaje, en la esquina restante. Se trata de un modelo que también comparte el castillo edificado posteriormente, aunque, en este último caso, hay que hablar de unas dimensiones notablemente mayores y de una calidad arquitectónica muy superior, en consonancia con la función palaciega desarrollada.

Lamentablemente, sólo se conservan los restos de dos muros y la parte inferior de algunas torres, todo ello integrado dentro de un recinto ajardinado, conocido oficiosamente como Plaza de Armas. Todos estos vestigios permiten adivinar una cierta influencia mudéjar. Así al menos se desprende del tipo de fábrica empleada, a base de mampostería de piedra de granito, con encintado de ladrillos.
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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.