galicia
Los castillos gallegos son admirables fortalezas que se erigen estratégicamente, como aguerridas atalayas solitarias, dominando valles, cumbres, tierras llanas, o bien se levantan como una silueta ruinosa, pero perdurable, en parajes naturales inexpugnables de gran belleza. Sus piedras conservan todo un valor y significado históricos además de un inmenso atractivo estético.
Muy pocos castillos que se mantienen en pie, otros conservan sus sobrios restos que los convierten en fortalezas dignas de relevancia y significado, evocadoras de un pasado brillante pero cargado de injusticias.
Muchas de ellas se encuentran en un estado de abandono originado por la destrucción que sufrieron en su momento por parte de los Irmandiños, por la política centralizadora de los Reyes Católicos o, simplemente, por la dejadez de sus actuales propietarios.
Quizá estas atalayas gallegas no sean tan majestuosas o imponentes como las de Castilla, perdiendo, incluso, muchas de ellas su aire castrense para
transformarse en pazos; pero no por ello hay que restar importancia a estas fortalezas solitarias que han vertebrado un poder feudal y político opresivos y unos levantamientos
sociales.