trasmoz
El Castillo Trasmoz, por su posición de frontera entre Aragón y los reinos de Castilla y Navarra, fue escenario de numerosas luchas entre estos reinos. Alfonso II lo conquistó a Navarra en 1185 pero Pedro II lo empeñó junto con otros castillos a Sancho VII el Fuerte en 1212, recuperándolo Aragón en 1231.
En 1267 vivía en él un sacristán de Tarazona llamado Blasco Pérez, dedicado al parecer a prácticas de brujería, y posiblemente de este hecho nacieron leyendas en torno al castillo que fueron recogidas por Gustavo Adolfo Bécquer en sus Rimas y Leyendas cuando residió en el cercano monasterio de Veruela.
En la segunda mitad del siglo XIV pasó a formar parte de los dominios de los condes de Luna. En 1430 Alfonso V mandó ocupar el castillo pues había sido confiscado a Federico de Luna. En 1437 lo entregó a Lope de Gurrea junto con la villa.
Durante los conflictos sucesorios de 1413, Antón de Luna conquistó el castillo con ayuda de mercenarios ingleses. Tras su derrota por don Fadrique, este ocupó
el castillo y más tarde traicionó a Alfonso V y se puso al servicio de Castilla. Fue recuperado de nuevo en 1436 y Juan II lo entregó a doña Contesina, hija y heredera de Ramiro de
Funes. En 1514 pertenecía al señorío de Pedro de Urrea, hermano del conde de Aranda.
El castillo está ubicado en una colina, en cuya ladera sur se encuentra el caserío de la población. Se compone de un recinto externo de gran elevación que conforma una planta de hexágono irregular, con muros de gran espesor que aún conservan bastantes almenas. Está reforzado en sus ángulos por torreones rectangulares sin cierre intramuros. La puerta de ingreso se encuentra en el lado izquierdo del torreón de mayor tamaño, situado al este, formando un paso en recodo.
Según las descripciones, en el centro del patio de armas se eleva un pequeño promontorio rocoso en el que se encuentra la torre del homenaje, de planta rectangular, de 10 por 5 metros, con aparejo de sillería y piedras irregulares que estaba defendida por una pequeña fortificación que protegía uno de los lados mayores, de la que quedan pocos vestigios.
En el año 2004 se habían realizado labores de restauración y consolidación de las ruinas, sobre todo en la torre del homenaje, donde se inauguró el Museo de Brujería y Supersticiones del Moncayo.
Ha sido objeto de inspiración de leyendas populares y de creación literaria como la de su último morador Pedro Manuel Ximénez de Urrea y sobre todo la de Gustavo Adolfo Bécquer que gracias a sus leyendas de brujerías y aquelarres ha potenciado la imagen fantástica, misteriosa y legendaria que dan fama al casillo.
Actualmente el castillo se puede visitar y la torre del homenaje alberga una exposición permanente sobre la historio del castillo donde además se pueden conocer los interesantes hallazgos arqueológicos que revelaron las excavaciones, ya que se encontró un ajuar completo de un caballero de principios del siglo XVI así como numerosa cerámica.