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El castillo de Montesa,de posible origen ibero y romano, alcanzará no obstante renombre con los árabes, que lo convirtieron en refugio frente al castillo de Játiva, en poder de Jaime I de Aragón.

En 1277 fue conquistado por Pedro el Grande, rey de Aragón.

 

Alfonso III le dio Carta Puebla en 1289, en que es repoblada por familias cristianas.

 

En 1311 la Orden del Temple es suprimida y Jaime II rey de Aragón y el Papa Juan XXII crearán en 1317 una nueva Orden que será la heredera directa de los bienes del Temple. El objetivo principal de la creación de la orden era por una parte recoger los bienes de la extinta Orden del Temple y por otra parte crear una milicia que pudiera proteger la frontera sur de la Corona de Aragón, el Reino de Valencia, ante el aumento constante de la población árabe y morisca del Reino.

 

En 1319 Jaime II donó la fortaleza a la nueva Orden, momento el cual, el castillo fue reconstruido y ampliado. La fortaleza de Montesa pasó a ser la sede de la nueva Orden, bajo las directrices del Cister y recibiendo el nombre de Orden de Montesa. La Orden de Montesa pasa por ser, la única Orden monástica-militar del antiguo Reino de Valencia y su poder e influencia abarcarán los limites del Reino de Valencia.

 

Entre 1327 y 1374 se realizaron importantes obras, para atender las obligaciones monacales de los religiosos de la Orden de Montesa.


En 1756, durante la guerra de sucesión a la Corona de España, el castillo es sitiado por las tropas aliadas de Felipe de Anjou (futuro Felipe V), ya que Montesa se había declarado partidario del Archiduque Carlos.


El 23 de marzo de 1748 un terremoto destruyó gran parte del castillo y del monasterio anexo, obligando a los frailes que lo habitaban a desplazarse a una nueva casa en Valencia. Estos se alojarían y constituyeron su nueva sede en el Convento Palacio de Santa María de Montesa, aunque siempre se le ha conocido y se le sigue conociendo como Palacio del Temple.


En 1835 con la desaparición de los señoríos, los bienes de la orden de Montesa pasaron a manos particulares, y en la practica la Orden desaparecerá.

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La entrada al castillo se realiza a traves de una rampa de acceso que acababa en un puente levadizo y que salva la zona del albacar del castillo. La entrada actual perfectamente rehabilitada se corresponde con una puerta de arco de medio punto y en su parte superior tres escudos labrados en la piedra.

 

En el castillo solían residir aproximadamente unos veinte frailes, cuya vida se articulaba alrededor del monasterio, que seguía la planta típica de los monasterios del Cister. El claustro y a su alrededor la iglesia y las distintas dependencias y zonas de servicio del monasterio. En el castillo convivian los monjes dedicados a la labor espiritual de la Orden y los monjes dedicados a la actividad militar. 

El castillo fué calificado en tiempos de la Reconquista, como uno de los más fuertes del Reino de Valencia por su sólida estructura, potentes torres y espaciosa plaza de armas que se afirmaba que podía dar cabida a más de dos mil soldados. 

 

Las obras más importantes se realizarón bajo el mandato de fray Pere de Tous (1327-1374), tercer maestre de la Orden, que mandó construir la sala capitular, el refectorio, la iglesia, una cisterna, el horno, la enfermeria y la muralla que rodeaba el convento. 

 

A finales del siglo XIV durante el mandato de fray Berenguer March se construyó el claustro. 

Una de las piezas más importantes era la puerta de acceso a las habitaciones del maestre, que actualmente se encuentra en el Palacio de la Generalitat de Valencia. 

 

El museo parroquial de la Iglesia de la Asunción, cuenta con una interesante colección de pintura religiosa de los siglos XVII al XVIII, y además en la planta baja se exponen claves de bóveda, capiteles y otros elementos arquitectonicos procedentes en su origen del castillo. Destaca parte de un relieve en mármol blanco con una imagen de Cristo varón de Dolores, ejecutado durante el último tercio del siglo XVI por el italiano Francisco de Aprile. 

 

Las murallas tenían una altura de más de treinta metros, y todo el castillo estaba rodeado por un amplio albacar. 


De entre los restos que nos quedan, encontramos tres escudos góticos tallados en la piedra, el Real de Aragón, el de la Orden cruzada y el del gran maestre que mandó edificar el castillo.


La Sala capitular se trataba de una superficie de planta cuadrada de estilo gótico, construido en mamposteria y sillería, cubierta con bóveda de crucería. En la actualidad sólo se conserva parte del muro del cerramiento sur, adyacente al locutorio, con parte de los arranques de los nervios en sus ángulos y del graderío. 

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.