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castillos peninsulares

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Comprende en realidad dos castillos llamados Menor y Mayor que se extienden de levante a poniente en la cima de la montaña y están unidos por potentes estructuras militares. Desde una y otra fortaleza bajan las murallas que encerraban la ciudad altomedieval, a las que se añadió más tarde un segundo circuito para abarcar lo que hoy es el centro histórico.

 

A causa de su favorable situación el castillo controlaba la vía romana, por lo que desempeñó un papel trascendental en las campañas de Aníbal, de Escipión y Sertorio. Su importancia estratégica se incrementó a raíz de la nueva etapa en la que se vio envuelta la península después del destronamiento de la dinastía Omeya y de la subsiguiente descomposición del califato de Córdoba.

 

Los monarcas cristianos convirtieron la ciudad en la plaza fuerte que defendía el paso desde Castilla a la capital del reino, y su fortaleza en prisión de estado de la Corona de Aragón donde cumplieron condena, entre otros, príncipes pretendientes a dicha corona y a la de Mallorca y Nápoles. Fue pieza clave durante la Guerra de la Unión y la de los dos Pedros con Castilla, y tuvo una decisiva participación en el conflicto de las Germanías y en la Guerra de Sucesión a la Corona de España, iniciada en 1705. Pero los daños ocasionados por la artillería de las tropas de Felipe V durante esta contienda y los efectos del terremoto de 1748 hicieron declinar su importancia estratégica, casi irrelevante ya en el momento de la invasión francesa y prácticamente nula en las Guerras Carlistas del siglo pasado.

 

La fábrica hoy conservada es, según las zonas, de tapial encofrado, de mampostería o de sillares aparejados, en su mayoría de época islámica o del siglo XIV.

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Entrando por la moderna Torre del Homenaje a la izquierda se sube al Castillo Menor, del cual sólo quedan las fortificaciones perimetrales y las puertas. Han desaparecido cubiertas, forjados y dependencias. Si en cambio seguimos hacia poniente, penetraremos en el recinto del Castillo Mayor, no tan antiguo, pero mejor conservado. En éste hallamos primeramente la plaza de armas y la residencia actual construida hace unos setenta años. Al lado opuesto de la plaza está la Puerta del Socorro construida en el siglo XIV, que en caso de asedio permitía la comunicación con el exterior a través del valle de Bixquert.

 

En el recinto más alto se encuentra la capilla, que es la edificación que nos ha llegado más completa, mandada levantar en 1435 por la reina María esposa de Alfonso el Magnánimo. Es un edificio de pequeñas dimensiones, con puerta lateral de dovelas semicirculares enmarcadas por un arrabá rectangular. El interior es de tres bóvedas de nervaduras diagonales de medio punto, las cuales arrancan de modillones que ostentan las armas reales. En el centro de la nave se colocó hace unas décadas el sarcófago moderno que - se dice- contiene los despojos del conde Urgell, pretendiente a la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe, preso en este Castillo, donde murió.

 

Muy cerca de la capilla está la famosa prisión también del siglo XIV. Consta de una cámara para el cuerpo de guardia, a través de la que se accede a una estancia rectangular carente de iluminación, cubierta por una imponente bóveda ojival de piedra. Pocas veces una obra arquitectónica produce sensaciones tan siniestras.

 

La parte más elevada de la fortaleza la ocupa la zona, hoy ruinosa, que es conocida como Sala del duque de Calabria por haber sido la residencia especial donde estuvo prisionero a principios del siglo XVI Fernando de Aragón, que, muerto Fernando el Católico, sería virrey de Valencia. Guerras y terremotos han hecho desaparecer casi por completo estas dependencias, de las que subsiste una grácil ventana bífora de restaurado ajimez.

 

Desde aquí se divisan dos ermitas góticas alejadas del casco urbano. Una, a levante, sobre un monte aislado llamado el Puig, y otra, dedicada a Santa Ana, en la montaña cónica que hay al extremo norte de la huerta, frente al castillo.

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.