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El Castillo de Orihuela se halla situado en lo alto del monte San Miguel, a cuya falda se ubica la ciudad de Orihuela, y dominándola junto con el llano de alrededor, se sitúa la fortaleza en un marco bellísimo del que se divisa casi toda la ciudad bañada por el río Segura.


Según al-Himyari, escritor árabe del siglo XIX, se trata de una ciudad que data de los tiempos remotos, habiendo sido capital de los ayam(bárbaros), siendo sede de uno de sus reinos. También fue la capital del rey visigodo Teodomiro, a cuya sede, cuando encabezaba el condado de Oróspeda de Teodomiro, fue éste a refugiarse a la llegada de los árabes a España.


El nombre de Orihuela viene del latín “ Aurariola ”, cuyo significado es “la que es de oro”. También hace constar que perteneció a la kura de Tudmir. Etimológicamente, la ciudad toma el nombre del vocablo árabe “ al- Uriyuli ” con que se conoció en la época musulmana.


En estas tierras oriolanas se produjo el hecho diferenciador de que, estando casi toda la península bajo dominio árabe, el territorio de Tudmir se mantuvo con cierto grado de autonomía, bajo vasallaje con los musulmanes, hasta bien entrado el siglo IX. La fortaleza fue construida con fábrica almohade por lo que es seguro su origen musulmán, aunque anteriormente hay constancia de que tropas normandas tomaron la fortaleza de Orihuela, por lo que pudo haber sido construida en sus orígenes antes de la invasión árabe de la zona.


Iniciada la presión cristiana de la reconquista y, merced a los pactos entre los monarcas de Castilla y Aragón, Orihuela, por aquel entonces capital de una cora musulmana del reino de Murcia, fue asignada a la zona de expansión castellana. De esta forma, el infante Alfonso, hijo del rey Fernando III de Castilla, conquistaría la población y su castillo en julio de 1.242.

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Posteriormente, y al igual que ocurriría en otros territorios del sur de Alicante, los musulmanes volverían a dominar la fortaleza, con lo que el rey Alfonso X el Sabio requirió la ayuda del monarca aragonés  Jaime I  para su recuperación. De esta forma, la fortaleza sería reconquistada definitivamente para Castilla en el año 1.266. A partir de 1.304, Orihuela y su castillo serían incorporados al Reino de Valencia.

 

En la Guerra de los Dos Pedros, Pedro I el Cruel atacó el castillo en 1.364. Las tropas aragonesas resistieron hasta la llegada de refuerzos y finalmente el ejército castellano tuvo que retirarse sin conseguir su objetivo. No obstante, dos años después sitiarían la ciudad y se apoderarían de ella, continuando la guerra. Muerto el rey castellano y ocupando su puesto Enrique de Trastamara, se firmaría la paz, pero hasta 1.375 no volvería Orihuela a incorporarse al Reino de Valencia.

 

La plaza de Orihuela intervendría en la Guerra de las Germanías, siendo conquistada por el general Vélez, que derrotó a los agermanados procedentes de Orihuela en el año 1.520.

 

En la Guerra de Sucesión sería nombrado gobernador de la plaza el marqués de Rafal, que en principio se declararon partidarios de Felipe V, pero ante la falta de apoyo por parte de éste y la próxima llegada de las tropas del archiduque Carlos, acabarían por apoyar la causa austríaca.

 

En la Guerra de la Independencia, la ciudad fue ocupada por las tropas napoleónicas sin que presentase fuerte resistencia. En el año 1.829 el terremoto que asoló la región afectó la mayor parte de sus edificios y del castillo.

 

Sin duda se trató de una gran fortaleza, dadas sus dimensiones, y de gran importancia a lo largo de su historia, debido al alto valor estratégico como vigilante de la extensa llanura de la vega de Orihuela.

Ha sido sometido a diversas reformas a lo largo de su historia, siendo las más importantes tras la Reconquista, en especial los dos torreones del lado de Levante del recinto inferior y el solitario torreón situado a la altura del Seminario oriolano, datables en el siglo XIV.

 

Prueba de su importancia es la gran cantidad de documentación que ha llegado hasta nuestros días, en las que distintos monarcas asignaban partidas económicas importantes destinadas a su recuperación, restauración y refortificación.

 

Durante la Guerra de Sucesión, una gran explosión motivada por la caída de un rayo en el polvorín de la fortaleza destruyó la mayor parte del castillo, ordenándose su demolición posterior por estimarse que era irrecuperable.

 

En la actualidad se encuentran grandes tramos de su amurallamiento, con fábrica de mampostería, y numerosos restos, de diversa envergadura, de varias de sus torres originales. En todos estos elementos, a pesar del avanzado estado de ruina, se aprecian los restos de los distintos elementos incorporados en diversas épocas.

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.