ambra
El castillo de Ambra se encuentra situado al sur de Pego, ciudad de la comarca de la Marina Alta, al norte de la provincia, en lo alto de una pequeña colina, en la carretera que se dirige a Vall de Ebo.
El origen del castillo de Ambra es indudablemente musulmán, a tenor de los vestigios hallados en diversas campañas de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo años atrás. El territorio fue conquistado por los árabes hacia el año 726. Su construcción data del siglo XII y estaba adscrito a la medina islámica situada en lo que hoy sería la propia ciudad de Pego, y pertenecía a la Taifa de Denia hasta su conquista por Jaime I el Conquistador hacia el año 1.240. Su importancia estratégica, dominando el paso al Valle de Ebo, aconsejó su reconquista para la corona de Castilla.
Quedó incluido, junto a los territorios de su demarcación, a la corona de Castilla, mediante un pacto con Al-Azraq en el año 1.244. Tras la sublevación de éste, sería derrotado de nuevo por Jaime I y sus propiedades cedidas a su hijo Pedro. Para atajar esta sublevación, el castillo acogió una pequeña guarnición de soldados , hasta que en 1.280 fue abandonado el castillo, al trasladarse sus moradores a la recién creada villa de Pego.
La baronía de Pego sería creada en 1.262. Posteriormente la propiedad de la ciudad y del castillo la ostentarían Constanza de Aragón, la reina Blanca de Aragón, el infante Pedro, la familia Cardona, los Vilanova y los Centelles, duques de Gandía.
De igual modo a como ocurrió en otras poblaciones de la comarca, la expulsión de los moriscos produjo sublevaciones en 1.609 y, tras la reducción de los rebeldes, quedó prácticamente despoblado el castillo y la población de Pego.
En la Guerra de Sucesión, la población y su castillo se declararon partidarias de la causa del archiduque Carlos. Las tropas reales ocuparon ambos puestos construyendo una base para sus operaciones en la zona. Felipe V le otorgaría por ello el título de “Muy Noble Villa”.
El estado actual del Castillo de Ambra en la actualidad es de semi-ruina. Aunque se trata de una importante fortaleza islámica no se ha acometido una importante restauración hasta la actualidad.
Su planta es alargada dispuesta en un eje E-O, y está formado por doble recinto. El antemural, en cremallera de tapial sobre mampostería, se abre en su flanco de poniente en un ingreso en codo y en su totalidad presenta lanceras perforadas en su muro. Traspasado el antemural, una estrecha liza obliga al visitante a circular por delante de la muralla, fuertemente defendida por cubos de planta cuadrada en saliente y largos paños hasta llegar al flanco de levante, en donde se encuentra la entrada a la fortaleza. Dicha entrada se dispone entre dos de los cubos y en ángulo, con fachada de sillería y doble jamba, que da acceso a un ingreso en recto con cuerpo de guardia y se cierra con los restos de la portada interior.
En el interior se aprecian los restos constructivos de las antiguas casas de la fortaleza, así como importantes lienzos de muralla, todo ello en fábrica de tapial árabe sobre basamento de mampostería.
Ello da una idea bastante buena de lo que debió ser su imagen original, como fortaleza árabe, dada su amplia extensión sobre la colina sobre la que se asienta. Esperamos que las entidades públicas se decidan pronto a acometer una restauración que devuelva al castillo de Ambra su antiguo esplendor.