escalona
El Castillo de Escalona es uno de los mejores y de mayor valor histórico de los conservados en la provincia de Toledo. Se alza sobre un cerro desde el que domina el terreno circundante, a los
pies del río Alberche, afluente del Tajo, que le sirve de protección natural. Escalona es una villa de origen romano emplazada en una situación estratégica que debió ser fortificada en época
muy antigua para controlar el paso del Alberche. Fue reconquistada a los árabes en el año 1130, y es desde entonces cuando se empieza a tener noticias claras de su historia, pues de su etapa
musulmana apenas nos han llegado datos.
Las torres albarranas fueron construidas por Don Juan Manuel. En el año 1424, Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, habilitó el edificio para usarlo como residencia particular.
Posteriormente, pasó a manos de Don Juan Pacheco, caballero de la orden de Santiago, que lo mantuvo hasta siglo XVII. Es importante señalar que el puente que pasaba sobre el río Alberche fue
construido con los materiales del castillo, pues cuando las tropas francesas iniciaron el ataque a esta zona toledana arrebataron a la fortaleza sus cubiertas primitivas para emplearlas en la
construcción del puente que cruza el río Alberche, creando así una comunicación esencial entre las dos orillas. Una de las novedades del edificio es la utilización de diferentes sistemas
constructivos. El material por excelencia es la piedra elaborada en sillarejo, pero además se utiliza el tapial y tableros, que formaran un hueco que se rellena de piedra y ladrillo a modo
de bandas. Por lo tanto, en la edificación, se alterna la piedra con el ladrillo.
Fue declarado Monumento Nacional en 1922, pero ya había sido privado de todos sus elementos artísticos aprovechables o, simplemente, arruinados al carecer de techo, especialmente sus yeserías mudéjares que asombraban por su riqueza a los visitantes. En el año 1853 el duque de Frías comenzó a desescombrarlo y techarlo, pero sus sucesores no siguieron su ejemplo y los restos del edificio fueron vendidos. Hace pocos años fue adquirido por un entusiasta de los castillos españoles que lo está consolidando y restaurando con ayudas estatales, cosa que bien merece el que fue el más bello castillo de la provincia de Toledo.
La posición elevada del castillo y su cercanía al río le dotan de una protección natural. Se alza a 30 metros sobre el río Alberche por el sur, y está cercado al este por un arroyo que le sirve
de foso natural. Los otros dos costados tienen fuertes defensas que completan su inexpugnabilidad.
La parte más antigua es de canto rodado unido con fuerte argamasa, de 10 metros de altura, formando el muro principal al oeste y norte, sin saledizos ni troneras. Sus defensas están reforzadas
por ocho torres albarranas macizas, elemento defensivo árabe, unidas a la construcción por medio de arcos, de modo que si se destruyen no afectan a la muralla ni al resto del conjunto. Su
estructura es férrea y compacta, formada por una mezcla entre ladrillo y enormes piedras, lo que dificultaba el acceso al castillo. Posee un camino de ronda protegido por un contramuro
almenado de mampostería, y un foso con escarpa y contraescarpa revestidas de sillares. Sólo tiene una puerta, que hacia la villa, con nuevas defensas y entre ellas dos corachas y un puente
levadizo del que todavía quedan algunos restos.
El edificio está dividido en dos cuerpos que ocupan aproximadamente la misma extensión. El primero de ellos se encuentra a la izquierda de la entrada y constituye la plaza de armas. Mide 110
metros en su eje mayor por 50 metros el menor, por lo que durante años ha sido usado como campo de fútbol local. Posee 3 aljibes. Existe un segundo muro, hecho en de mampostería, adherido al
exterior más antiguo, que alcanza 3 metros el espesor total y sobre el que discurre el adarve.
El segundo cuerpo se encuentra al sur del anterior y lo ocupa el palacio señorial construido por Don Álvaro de Luna. Está
protegido por una barrera almenada que lo aÍsla del patio de armas, y tras la cual, cerrada con una puerta abierta en un torreón con aspilleras, hay un camino de ronda y delante otro foso,
cruzado por un puente levadizo. La robusta torre del homenaje del palacio es la estructura que más destaca de
todo el conjunto. Su planta es cuadrada, tiene 22 metros de altura, y está cerrada por un rastrillo y buharda. Estaba formada por diversos pisos y un sistema de accesos muy complicado que hacían
muy difícil la entrada al recinto. En sus muros apenas aparecen vanos y está rematada por almenas defensivas.
Pasado el artístico arco de acceso al palacio, que protegido por un matacán y que forma un arco carpanel con detalles
góticos y un escudo de los Luna, se accede al gran patio interior. Éste tuvo veinte columnas con capiteles artísticos, que fueron expoliadas durante el pasado siglo. Algunos de los capiteles
fueron colocaron en el Ayuntamiento de la villa. Numerosas estancias, ya arruinadas, hermoseaban este palacio, que llegó completo al siglo XIX incluso con el archivo familiar, pero cuya techumbre
y artesonados fueros arrancados por los soldados franceses para reforzar el puente sobre el Alberche. Entre sus distintos ambientes destaca el salón principal, con un pequeño aposento que pudiera
ser la capilla, ornamentado con yeserías de curiosa iconografía y bóveda de crucería ojival.