barcience
Pequeño castillo palaciego más que militar, perteneciente al último período feudal. Su planta tenía forma rectangular y contaba con un foso. La torre del Homenaje tenía tres plantas con ventanas en los dos pisos centrales, y el escudo de los Ribadeneira (cruz con cinco conchas sobre ondas), hoy irreconocible, en la última de ellas. También tenía matacanes, sus esquinas eran redondas y contaban con garitones.
El castillo de Barcience se alza sobre un cerro desde el que domina la localidad del mismo nombre, en la provincia de Toledo.
Se puede llegar a él desde Toledo por la carretera que conduce a Ávila. A unos 25 kilómetros, y antes de llegar a Torrijos, ya puede verse su silueta recortándose en el cielo. Hay que entrar en el pueblo de Barcience y pasar al lado del cementerio. Una pista de tierra que discurre por un pequeño pinar conduce hasta este pequeño castillo.
Barcience fue una zona fortificada desde los siglos XI-XII. En el siglo XIII pasó a manos de la Orden de Santiago, cuyo Maestre, Don Enrique de Castilla, lo
cedió al adelantado Don Alfonso Tenorio, cabeza de la familia de los Silva, condes de Cifuentes desde 1454, quienes construyeron el castillo en el siglo XV. Fue Juan de Silva quien comenzó la
construcción de este castillo, y su nieto quien la concluyó. En el siglo XVI fue provisto de artillería y guarnición.
De los Silva paso a las casas ducales del Infantado, de Osuna y de Pastrana. Esta última lo donó al Papa León XIII, quien lo vendió posteriormente a un
particular, junto con el término y el pueblo.
No se tiene documentación que implique a este castillo en ninguna acción bélica, por lo que ha sido utilizado principalmente, y a lo lardo de los siglos como
mansión señorial.
El castillo de Barcience es de planta casi cuadrada, y resalta notablemente su torre del homenaje, en cuyo muro exterior hay grabado un enorme león rampante, que es el emblema de la familia
Silva, condes de Cifuentes.
En los ángulos de la parte posterior hay dos torres cilíndricas. En la parte anterior queda a un lado la torre del homenaje, de forma cuadrada, y al otro una torre rectangular de mayores
dimensiones.
Su interior está totalmente destruido, pero puede observarse la existencia de dos plantas y los adarves que recorren las murallas de una torre a otra. Debió tener foso y una barrera, de la cual sólo quedan dos interesantes cubos que protegían la puerta de entrada al recinto.
La torre del homenaje es la parte mejor conservada, así como la estructura exterior de mampostería. El interior se halla completamente en ruinas y sobretodo el recinto o antemuro que lo protegía.