mariano garcía

En el extremo suroeste de la desecada Lagoa de Antela, en la comarca de a Limia, se encuentra la torre defensiva de lo que fue una fortaleza medieval del siglo XI destinada a vigilar la nombrada laguna.

Formaba parte de un sistema defensivo compuesto por las Torres de Sandiás, Torre da pena, y la desaparecida de Celme.

Sin embargo es probable la existencia de una gran cantidad de puestos defensivos y torres en toda la comarca de las que hoy aún podemos ver algo de ellas, como el de Villa de Rei en Trasmiras. Esta torre estaría a tan solo 5 km de otra que se localizaba en lo alto del Monte Congostro, en Ponte Liñares, a 910 m. de altura y que junto con la de A Forxa controlaban el valle y el paso hacia el valle del Limia hacia su camino por la antigua via XVIII.

Otro de los objetivos era vigilar la frontera de Portugal, que se encuentra a unos 12 km hacia el sur, ante las pretensiones de Alfonso Enríquez.

Según la tradición pudo residir de forma fija o de paso del Rey García I en el siglo XI. En el siglo XII (1157) fue donada por Alfonso VII al obispado de Ourense quién lo habilitó como monasterio jerónimo y cuyos priores ostentaban el título de Señores de A Porqueira. Vemos la donación confirmada por Alfonso IX en 1194. Después decir que en 1387 fue ocupado por el Duque de Lancaster y al siglo siguiente perteneció a los Benavente hasta que se vio involucrado de lleno en las revueltas Irmandiñas de 1467 que lo dejaron dañado pero no destruido.

De la fortaleza se sabe la existencia de un claustro y una iglesia románica cuyos sillares se encuentran aprovechados en construcciones circundantes.

Hoy sigue en pie solo la imponente torre de homenaje de 23 metros de altura que se divide en un sótano y cuatro plantas en donde se ubicaban la vivienda y una terraza almenada desparecida en la época moderna. Su planta es de cuadrangular de 9 x 9 m. El arco apuntado da acceso hoy día al interior por medio de una larga escalera construida en el XIX.

Ya en los siglos XVIII y XIX fue perdiendo sus edificaciones hasta que en 1837, con la creación del concello de Porqueira, se ubicó allí la casa consistorial. Poco después pasó a manos privadas y es cuando está a punto de desaparecer debido a que parte de sus sillares fueron vendidos.