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Distintos autores son de la opinión que el castillo de Ulver (Cornatel) tuvo su origen en algún destacamento militar romano, aunque, hasta el momento, no se hayan encontrado pruebas que lo confirmen. Sin embargo, parece de sentido común, que desde algún punto cercano al más importante yacimiento de oro, las Médulas,  se estableciera una estrecha vigilancia militar mediante un destacamento que asegurara el orden y la buena marcha de las explotaciones auríferas. Una vez abandonados por los romanos estos yacimientos, el antiguo “castrum” de Ulver se mantiene más o menos relegado a un segundo plano durante el dominio visigodo, reapareciendo posteriormente como destacado “castellum” en la España cristiana de los siglos IX y X, época en la que seguirá cumpliendo su misión defensiva, con una configuración bien distinta de la anterior, en un país sometido al dominio árabe. A comienzos del siglo XI ya empieza a asomar entre la documentación el castillo de Ulver ocupando un lugar importante, en aquellos primeros tiempos de la Reconquista, como punto fortificado.

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Arrastrados por la marea de la historia hacia 1178 llegaron los Templarios a Ponferrada. Ellos van a ejercer el control y la vigilancia del territorio desde su convento-fortaleza asentado en las proximidades del puente denominado “Ponsferrata”, construido a finales del siglo XI por el obispo de Astorga, don Osmundo, para facilitar a los peregrinos el paso del río Sil. Cornatel no ofrece ninguna duda respecto a su pertenencia al Temple, como muy bien lo acredita una escritura del Cartulario de San Pedro de Montes del año 1228: “Tenente Ulver Freyres del Templo”. En ese año, por tanto, los Templarios ya se hallaban en posesión del castillo de Ulver (Cornatel). Sobre su permanencia en esta fortaleza en los años sucesivos también existe evidencia documental aunque sea escasa pero suficiente para conjeturar que se prolongaría hasta la extinción de la Orden en 1312.

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Una vez entregada la ciudad de Ponferrada con su fortaleza a los Reyes Católicos, Cornatel era quizás el lugar más seguro donde establecer su residencia los primeros Marqueses de Villafranca. Esta fortaleza había gozado de las preferencias del viejo Conde de Lemos, donde transcurrió gran parte de su vida y en la que había visto nacer a su nieto D. Rodrigo, heredero del condado. Ahora, en los años finales del siglo XV, asciende de rango convirtiéndose, en cierto modo y de manera transitoria, en la capital del nuevo marquesado instituido en 1486, en favor de Doña Juana Osorio y D. Luis Pimentel. Es una situación provisional que se va a prolongar durante un cierto tiempo antes de producirse el traslado definitivo a la ciudad que daba nombre a su título: Villafranca del Bierzo. En adelante la función primordial de Cornatel será principalmente defensiva.

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Estratégicamente situado sobre el valle del Sil, podía rechazar cualquier intromisión procedente de los estados gallegos del condado de Lemos, como así lo hizo en 1507 al repeler las mesnadas de don Rodrigo que ya habían tomado una vez más la fortaleza de Ponferrada y trataban de poner asedio a Corullón y Cornatel. Quizás fuese ésta una de las últimas hazañas bélicas de este castillo que estaba a punto de escribir las últimas líneas de una historia comenzada varios siglos atrás. Hasta principios del siglo XIX toda la merindad de Cornatel y la Ribera del Escontra continuaron bajo el señorío del Marqués de Villafranca que nombraba los correspondientes merinos.

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Con la supresión de los señoríos nobiliarios el marquesado de Villafranca perdió su jurisdicción definitivamente y después de 1823 la merindad de Cornatel pasó a pertenecer al municipio de Ponferrada. El funesto siglo XIX para tantos edificios históricos y obras de arte también cubrió con su sombra Cornatel provocando su abandono y abriendo la negra brecha hacia la ruina y el olvido. Ya en estado ruinoso la histórica fortaleza encara el siglo XX que ve prolongar su lenta agonía en medio del desinterés general. Los Condes de Peñarramiro, herederos legítimos del castillo de Cornatel, decieron la titularidad del mismo a la Junta Vecinal de la cercana aldea de Villavieja. Así consta en la escritura correspondiente de 29 d noviembre de 1900, expedida en Ponferrada ante el notario D. Ramón Cavadas, en la que D. Joaquín Caro y Álvarez de Toledo vende a los vecinos de Villavieja trece hectáreas de terreno con el castillo incluido, quienes siguen actualmente ostentando los derechos de propiedad.

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.