palazuelos
Palazuelos es uno de los pocos pueblos que conserva, casi íntegra, toda su muralla, haciendo que el acceso al mismo sea a través de sus puertas. Este hecho, junto con su castillo, nos transportarán a una verdadera ciudad amurallada del medievo.
Torres cilíndricas en los ángulos de su muralla, y una gran torre del homenaje adosada al muro oeste. El castillo es el punto más fuerte del amurallamiento, que parte de él rodeando toda la población.
Fue mandado construir por Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana, y está atribuido al arquitecto Juan Guas. Las armas de los Mendoza están sobre
las puertas de entrada a Palazuelos. Entre sus sucesivos herederos, destaca la princesa de Éboli. Tuvo un uso corto como fábrica de harinas en el s. XX, y actualmente se encuentra en proceso de
restauración.
Palazuelos estuvo desde entonces definitivamente ligado, dentro de la familia de los Mendoza, a la estirpe del Duque del Infantado, como lo atestiguan las Respuestas Generales del Catastro de la Ensenada de 1752.
Durante toda la época del señorío, los habitantes de Palazuelos debían pagar anualmente por el derecho a conservar su carácter jurídico de villa, esto es: el derecho a organizarse y administrar justicia de forma no dependiente del Señor. Con la abolición general de los señoríos, en el siglo XIX, la villa comienza su andadura como municipio independiente. Durante gran parte de dicho periodo estuvo gobernada por políticos de tendencia "romanonista".
Junto a la entrada principal de la muralla, en una gran plaza, encontramos la picota de Palazuelos. Es una columna, antiguo símbolo de las villas independientes que podían tener un juez e impartir por sí mismas justicia. Los condenados terminaban atados, muchas veces, a la picota, que conserva los hierros en su parte superior donde el reo era expuesto a la vergïuenza pública.
Es de propiedad privada, acceso libre sólo al exterior.