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Rodeado de un entorno natural único, sus constructores aprovecharon la topografía original del terreno para construir un enclave defensivo de primer orden. Se asienta sobre una prolongación rocosa de rodeno fuertemente escarpada, que pertenece a la terminación sur de Sierra Menera, junto al cerro de San Ginés. Su cota media es de 1.365 metros sobre el nivel del mar.


Las excavaciones arqueológicas permiten asegurar que el solar del castillo ya se ocupó desde el final de la Edad de Bronce, y el poblado que debió de existir a los pies de su lado sur, desde la Edad de Hierro. Ello fue debido, sin duda, a la riqueza minera de la zona, compatible con la explotación agrícola del cercano valle del Jiloca y con el pastoreo.


El castillo se ocupó de nuevo en época islámica (siglos X y XI). A partir de estas fechas la documentación histórica que se posee es muy escasa. En el fuero de Daroca (1142), otorgado por Ramón Berenguer IV, se dispone que «el castillo ganado al enemigo por vecinos de Daroca queda en poder suyo y de su descendencia, mirando siempre por la utilidad del reino y guardando fidelidad al Rey». En 1221 se cita el castillo como límite en el Cartulario de Aliaga.


En 1301 se sabe que el castillo es propiedad de Juan Ximénez de Urrea. A su muerte, en 1312 es vendido (transacción que se remata en 1379, según otras fuentes) junto con la cercana Almohaja a la Comunidad de Daroca. 

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Con la unificación de los reinos de Castilla y Aragón y la unidad nacional, el castillo va perdiendo su función defensiva y estratégica, y se produce el consiguiente abandono provocado por el desuso. 


Su última utilización con fines castrenses se produce en las guerras carlistas. En la primera de ellas, el cabecilla Forcadell tuvo su cuartel general en el vecino Monreal. Más tarde, el lugarteniente de Marco, Florentino Polo Peyrolón, se acerca a las proximidades de Pera- cense, y deja restos de ocupaciones y de trabajos de fortificación en el recinto alto de esta imponente fortaleza. 

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A partir de este momento se utiliza como cantera y almacén de materiales para construcciones de las proximidades. 

 

Un aspecto singular del castillo es su sistema de captación de aguas pluviales, formado a base de canaliflos ejecutados en la roca natural, que conducen las aguas recogidas a cisternas y aljibes excavados en la roca (uno de ellos de más de cinco metros de profundidad), y que se encuentran situados en los dos recintos interiores. Otras de sus singularidades es el hallazgo de los restos de una cantera en el interior del recinto exterior, utilizada para la extracción de «obleas circulares» de piedra de rodeno, que eran utilizadas, sin duda, como piedras de molino.

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.