baena
El origen del actual emplazamiento de la villa de Baena hay que situarlo en un hisn (castillo) árabe de nombre Bayyana que ya existía en el siglo IX. Bayyana aparece en las fuentes en relación con la rebelión muladí de Umar ibn Hafsun en la segunda mitad del siglo IX, quien logrará conquistar Bayyana en el año 890 d. C. Este mismo año el emir Abd Allah vence a Umar ibn Hafsun en Bulayy (Aguilar de la Frontera) y establece un cuerpo de caballería en la alcazaba de Baena, ahora convertida en madina, pasando entonces la capital de la cora de Cabra a Baena.
Poco sabemos de Baena durante el periodo califal, salvo su próspero crecimiento y el despunte de alguno de sus ciudadanos. Tras la caída del califato, Baena es saqueada por los beréberes, que interrumpen su desarrollo.
Sobre el paso por la localidad de almohades y almorávides hay que decir que el 11 de julio del año 1165 d.C., en el nacimiento del río Marbella, junto al abrevadero del río Luque, se tiene constancia de una batalla entre ambos. En la intervención arqueológica (2007-2010) se han constatado indicios de una fase constructiva que puede asociarse a este periodo o incluso a un momento anterior.
Baena llegó a manos cristianas sin apenas resistencia en agosto de 1241 d.C. Será a partir de ahora cuando Bayyana se convierta en la Baena cristiana. Permaneció como posesión de la corona durante todo el siglo XIII y la mayor parte del XIV. Los sucesivos monarcas Trastámaras intentarán convertirla en señorío desde 1386 hasta 1448, fecha en la que los habitantes de la localidad reconocen su dependencia. Es en estos momentos cuando se data una primera reconstrucción del recinto fortificado, para seguir garantizando la seguridad en una época todavía de continuos conflictos.
Diego Fernández de Córdoba, III Conde de Cabra, fijó su residencia en el castillo desde principios
del siglo XVI y le fue dando un carácter más palaciego. El Señorío de Baena y Condado de Cabra se entronca en 1520 por matrimonio con el Ducado de Sessa. En 1566, por Real Cédula de Felipe II, el estado de Baena se convierte en Ducado de Baena, pasando así los señores de Baena a ser Duques de Sessa y Baena.
Es a partir de esta época cuando comienzan a darse una sucesión de cambios estructurales dentro del recinto fortificado encaminados a la adecuación del mismo como lugar de residencia, y el carácter militar del complejo queda en un segundo plano.
Como elemento más reseñable observamos la apertura de vanos y puertas en los muros hasta ahora inexpugnables, junto con la nueva compartimentación de los espacios generada por la construcción de numerosas dependencias tanto para los señores como para su servicio, estancias domesticas cubiertas, patios porticados, etc. De todo esto dan buena cuenta las descripciones recogidas tanto por Valverde y Perales (1902) como por Ramírez de Arellano (1904).
El recinto tendrá carácter palaciego hasta finales del siglo XIX, concretamente hasta 1897, fecha en la que la propiedad es subastada por los duques y comprada por particulares. Previamente a esta fecha el conjunto padece una situación de abandono, puesto que los duques dejan de usar el palacio como residencia algunos años antes, de forma que pasan a ocuparlo sus administradores. Éstos sólo usan la zona del recinto destinada anteriormente a dependencias de los duques, mientras que el resto del antiguo castillo pasa a un estado de ruina.
Estamos entonces ante un nuevo cambio de uso del inmueble, si en sus primeros tiempos fue creado con carácter militar y más tarde pasó a ser residencia nobiliaria, ahora comienza un periodo de decadencia y de uso del monumento como cantera para la construcción de viviendas de nueva planta en el ensanche de Baena. A ello hay que sumar la construcción de los depósitos de agua en el interior del patio de armas durante los años que van desde 1927 a 1959, una obra compleja que destroza todas las estructuras históricas del interior del recinto y sepulta las que quedan en pie en estado ruinoso. Así llegó a nuestros días.
La intervención arqueológica es el primer paso que el Ayuntamiento de Baena da hacia la recuperación de su monumento más destacado. El proyecto se divide en distintos periodos. Una primera fase en la que la intervención está enfocada a desenterrar todas las estructuras sepultadas en el interior del recinto tras la construcción de los depósitos y los sucesivos derrumbes de finales del siglo XIX y principios del XX.
Una segunda fase más científica encaminada en dos vertientes: un análisis de estratigrafía paramental y la ejecución de sondeos arqueológicos puntuales. Ambos métodos nos han ayudado en gran medida a conocer los distintos periodos históricos de los que hoy hablamos.
Las actuaciones de recuperación de la Alcazaba de Baena comenzaron en el año 2005 con una fase de estudios previos y excavaciones arqueológicas que han permitido conocer la verdadera magnitud del la fortaleza y el alcance de las modificaciones que sufrió a lo largo del tiempo.
La restauración se plantea desde una visión integradora del patrimonio que considera tanto la restauración y puesta en valor de las estructuras históricas como las posibilidades de uso cultural del monumento, respetando el estado actual de las estructuras existentes, aceptando las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos e incorporando aquellos elementos que posibiliten su uso y disfrute.
Se ha buscado articular una solución que permita la correcta interpretación del perfil amurallado potenciando los restos conservados, reintegrando parte de los perfiles desaparecidos y mostrando la evidencia de los diferentes momentos constructivos presentes. El proyecto que se está ejecutando en la actualidad abarca la totalidad del monumento. Las actuaciones en curso son las siguientes:
1. Consolidación y restauración de las fábricas históricas y de los pavimentos sacados a la luz por las excavaciones arqueológicas.
2. Reutilización de los antiguos depósitos de agua localizados en el interior del patio de armas del castillo para usos museísticos y culturales.
3. Reintegración parcial de las torres y lienzos desaparecidos, mediante su restitución con fábrica de piedra y estructura metálica, de forma que los nuevos volúmenes se presenten con un lenguaje contemporáneo claramente distinguible de las estructuras originales.
4. Generación de espacios donde incorporar nuevos usos. Se recuperará la desaparecida Puerta del Campo, situada junto a la Torre de los Cascabeles, donde se localizará un mirador a escala urbana desde el que se podrá contemplar el interior del castillo y el pueblo de Baena.
5. Restitución de la desaparecida Torre de las Arqueras, de la que se conservan testimonios gráficos y escritos. En su interior se ubicará el Centro de Recepción de Visitantes del Castillo-Alcazaba de Baena. La terraza de la torre será accesible, ofreciendo un mirador desde el que se divisará la totalidad de la población y el paisaje circundante.