montearagón
A 7 km. al este de la capital altoaragonesa, el castillo de Montearagón sirvió de posición fortificada, levantada en 1089 por el rey Sancho Ramírez y su hijo Pedro con el fin de servir de base para las expediciones contra la aún musulmana ciudad de Huesca.
Según el documento fundacional, este castillo debería amparar una villa de futura creación, y su iglesia fue convenientemente dotada. Se fundó una capilla real,
pero en este mismo año de 1089 la comunidad de canónigos agustinianos que estaba instalada en Loarre fue trasladada a este castillo.
Los restos mortales de Alfonso I permanecieron allí depositados hasta su traslado a la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca. Este castillo también fue una de
las más importantes abadías aragonesas de la Reconquista. El dominio de los abades de Montearagón se extendió a un gran número de lugares e iglesias.
En el siglo XV poseía Fornillos, Quicena, Loporzano, Santa Eulalia, Castilsabás, Villanueva, Isarre, Antefruenzo, La Almunia de Santa Eulalia, Sipán, Arbaniés,
Castejón, Fanlo, Aveniella, Ipiés, Barluenga, Chibluco, Sagarillo, Samper de Espitolar, San Julián, Angüés, Poleñino, Tierz, La Almunia de la Reina, Marcén, Biscarrués y
Montmesa.
En 1571 fue desmembrado, perdiendo algunos pueblos en beneficio del obispado de Huesca, principalmente por medio de ventas. A pesar de esta desmembración territorial, ha persistido hasta la
actualidad el concepto de unidad entre las tierras situadas al este de Montearagón, bajo la denominación de 'El Abadiado'. La vida monástica de la abadía de Jesús Nazareno continuó sin
interrupción hasta las leyes desamortizadoras de Mendizábal en 1835.