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castillos peninsulares

alquézar


Es un conjunto religioso-militar que surgió como fortaleza musulmana y que está compuesto por diversas edificaciones del siglo XI y la mayor parte de lo hoy visible data del siglo XVI. El castillo-colegiata se sitúa sobre un alto y está protegido por una muralla almenada y dos torreones.

Fue erigido a principios del IX por el caudillo Jalaf-Ibn-Asad, en función de cabecera de un waliato independiente de la Cora oscense, justo en la frontera con territorios cristianos. De ahí su nombre: «Al-Qasr Banu Jasaf», o «castillo de los descendientes de Jalaf», el término Al-Qasr significa fortaleza, lo que demuestra la influencia del dominio musulmán en esta zona, ya que el término hace referencia a la función que el conjunto ostentaba, que era el de fortaleza, denominada así por la terminología islámica.

Después de ser construido por Jalaf Ibn Arad en el siglo IX, erteneció a los Banu Qasi de Tudela en el 893, fue conquistada por los Banu Hud de Zaragoza y recuperada por el Tawil de Huesca en el 907. Fue reconquistado en 1067 por Sancho Ramírez que manda construir la Capilla Real de Santa María, más tarde Sancho Ramírez concedió fueros al lugar el 27 de abril de 1069. Documentalmente consta la donación por el rey al abad Bazo de Fanlo de la villa de Beranuy y Santa María de Sabiñánigo, por haber construido una torre en Alquézar.

El castillo es de planta rectangular realizado en sillarejo. Al recinto se accede mediante una puerta monumental enmarcada en la muralla exterior. El castillo se unía a la ciudad mediante una estrecha faja donde aparece la entrada y el recinto fortificado, con una cruz de término y una rampa escalonada defendida por los dos torreones y uno más exento.

De la fortaleza románica primitiva, quedan en lo más alto del cerro restos de una poderosa torre de planta cuadrangular de la que permanecen parcialmente dos de sus lienzos. Sus muros, de considerable espesor (1,60 m.), estaban construidos con sillares. También una iglesia de planta cuadrada y cabecera plana consagrada en 1099.

La torre albarrana, fue levantada fuera de los muros de la fortificación primitiva que probablemente se realizó, a expensas del Abad Banzo, la torre, servía tanto para defensa, como de atalaya. Su construcción sobre la roca debió ser una empresa arriesgada que, sin embargo, fue resuelta con eficacia por una cuadrilla de maestros locales que imitó el magistral modo de hacer de los constructores lombardos. Guarda el acceso empinado y en sucesivos codos (típico de las defensas árabe) a la fortaleza.

La puerta estaba situada en alto para facilitar su defensa, se accedía a ella a través de una estructura de madera, hoy desaparecida.

 

En el claustro, se aprecia la última planta con el retranqueo que sustentaba el piso y las «seudoalmenas», que no eran sino vanos de la falsa de la torre una vez provista de su cerramiento de madera a cuatro aguas.

La puerta de acceso a la torre, situada al noreste en la primera planta aparece estéticamente bella, que en la actualidad ha sido recrecida por dos veces y se halla en función de campanario. La estructura de sillarejo al modo de la albarrana, alcanza hasta el ventanal de triple vano que ilumina el claustro.

Desde el propio claustro se accede a ella por su vano es cuadrado, coronado por dintel monolítico de piedra en el que apean los extremos de un arco de descarga formado por toscas dovelas de despiece radial, que casi se confunden con el resto del muro. El tímpano se halla cegado por sillarejos. Otro dintel monolítico cierra su extremo inferior, bajo el cual se conserva abierto un mechinal donde apoyaría la estructura de madera de acceso a la misma.

Su color rojizo, la monotonía de sus sillarejos, así como los abundantes ripios en las hiladas, le confieren un aspecto constructivo tosco y arcaico a pesar de contener la esencia del quehacer lombardo.

Al conjunto pertenece también un aljibe situado al Norte, realizado con sillarejo más rudamente trabajado.

 

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Mariano García marianogarcia.besaba.com and Mariano García.