de la yedra
El castillo de la Yedra, conocido también como castillo de las Cuatro Esquinas, para diferenciarlo del vecino de las Cinco Esquinas, ofrecía seguridad y protección a Cazorla, una ciudad que aún conserva tipologías arquitectónicas y estructuras urbanas de clara ascendencia castellana.
En la Edad Media, su estratégico emplazamiento, no tan cerca de la frontera del reino nazarí y defendida de ataque por sorpresa por el vientre de la serranía, el cauce del Guadalquivir y el macizo de Pozo Alcón, le valió ser la sede del Adelantamiento de Cazorla.
Fernando III vislumbró la importancia que podría tener este enclave y su territorio para detener un posible avance hacia Sevilla, a través de Baza y Cazorla, de tropas árabes procedentes de Almería o de Granada, así que encargó su conquista al arzobispo Ximénez de Rada, un buen estratega y militar, que contaba con el respaldo de la rica, poderosa y comprometida iglesia toledana.
El arzobispo espada en mano, asumió el mando de las tropas toledanas y la conquista de un amplio territorio, desde Quesada a Hinojares, introduciendo una cuña en un territorio de extraordinaria importancia para las expectativas de reconquista castellana de al-Andalus.
El castillo de Cazorla se convirtió así, en sede de la capital del Adelantamiento y el rey le asignó al adelantado la ardua misión de planificar y llevar a cabo el asalto a una plaza, tan valiosa para el reino árabe de Granada como bien encastillada y protegida, Baza.
Terminada la reconquista, el Adelantamiento, ya sin valor militar ni estratégico, asumió la condición de señorío jurisdiccional.
La primera fortificación fue árabe y se remonta a los siglos XI y XII, pero la imagen que hasta nosotros ha llegado del castillo de la Yedra se corresponde más bien con la construcción castellana de los siglos XIII y sobre todo XIV, durante el pontificado de don Pedro Tenorio.
El castillo conserva elementos de ambas civilizaciones que sucesivamente lo ocuparon y conformaron su perfil y sus defensas. En él se pueden distinguir tres recintos sucesivos: alcázar, recinto y albacara.
El alcázar, mandado levantar por los arzobispos toledanos a finales del siglo XIV, coincide con la actual entrada del castillo, y consta de torre del Homenaje y un reducido patio de armas, que la circunda. Este pequeño recinto se ciñe a la forma que lo sustenta. Se accede por un pasaje tortuoso y doblado, casi una poterna que serviría además para facilitar la aguada de la fuente vecina.
La torre del Homenaje está construida con mampostería regular, tiene planta cuadrada con una altura de treinta metros. La torre consta de tres estancias superpuestas, la planta baja pavimentada sobre una bóveda, debajo de la cual se encuentra un aljibe cubierto por bóveda de medio cañón; la primera planta cubierta por techumbre de obra sobre armazón de madera e iluminada por troneras; y la planta segunda que dispone de tres amplios ventanales y está cubierta por una bóveda.
La puerta del recinto del castillo, abierta a la albacara, es de mampostería encuadrada con sillares y reparos de ladrillo. La entrada es de herradura apuntada cubierta por arco de descarga de medio punto sobre el que campea el escudo de armas de Sandoval y Rojas.
La parte más antigua es la muralla que los almohades obraron a base de tapial y cantos. Sobre ella los cristianos levantaron torreones de sillería y dispusieron dos patios con la pretensión de impedir el avance de los enemigos por la parte más desprotegida.
Finalmente, la albacara o recinto exterior, parcialmente destruida, es obra castellana de la segunda mitad del siglo XIII, en la que el tapial alterna con la mampostería y la cantería.
En el interior del recinto, la rusticidad del suelo y la analogía de la función militar no obstan el recurso a elementos decorativos como el ajimez, la ventana partida de lexicografía gótica con parteluz o la estilizada columna que apuntala el centro del pequeño porche cubierto.
Actualmente alberga el Museo de Artes y Costumbres "Alto Guadalquivir", que consta de dos partes muy diferenciadas, Sección de Historia y Sección de Artes y Costumbres.
Leyenda:
Un caudillo árabe que emprendió la huida ante el avance de las mesnadas cristianas, dejó a su joven hija encerrada en un subterráneo del castillo, esperando ganar tiempo en su huida mientras los castellanos se entretenían en su descubrimiento.
Sin embargo, las huestes cristianas tardaron en llegar más tiempo del previsto por el cruel padre, en tanto que la adolescente, presa del hambre y del frío, gritaba desesperada.
La joven encontró así una trágica muerte y, se convirtió en serpiente que, con cánticos, atraía a niños y niñas del entorno para luego devorarlos en un insaciable afán de venganza.