de la iruela
El Castillo de La Iruela, un pequeño, pero espectacular castillo, está situado en lo alto de un abrupto risco en pleno Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, desde donde se divisan impresionantes vistas tanto de la localidad como de su entorno.
El Eruela, como se la cita en ciertos textos medievales, al igual que Cazorla, originariamente era una modesta alquería árabe que, a partir del siglo XI, contó con una muralla de protección y una pequeña fortificación en un promontorio para seguridad de los campesinos.
Posteriormente, aquel pequeño refugio acabaría conviertiéndose en un castillo roquero, de pequeñas dimensiones pero muy difícil de tomar, con una panorámica de vigilancia muy extensa sobre el territorio circundante.
Hacia 1231, el arzobispo de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada, conquistó La Iruela, pasando a formar parte del Adelantamiento de Cazorla y sobre la fortaleza musulmana existente se construyó una cristiana. Su sucesor en la mitra toledana, el infante don Sancho de Castilla, hijo del rey Fernando III, al estructurar el Adelantamiento jerarquizando a Cazorla como su capital, convirtió La Iruela en su aldea, rompiendo el anterior plano de igualdad entre ambas poblaciones.
La medida nunca fue aceptada de buen grado por La Iruela y, con ocasión de la guerra civil entre Pedro I y Enrique II, que se prolongó desde 1362 a 1369, mientras que Cazorla se posicionaba contra el arzobispo Gómez Manrique y a favor de Pedro I, La Iruela tomaba partido por Enrique de Trastámara, que resultó vencedor. El arzobispo decidió castigar a Cazorla devolviendo la autonomía a La Iruela, a la que otorgó el título de villazgo en 1370 y a la que añadió a su escudo una cruz de gules, símbolo de la Primada de Toledo.
Dos meses después, las presiones de Cazorla fueron de tal calibre que el propio arzobispo Manrique echó marcha atrás y La Iruela volvió a su anterior condición de aldea.
No fue hasta 1378 cuando el arzobispo don Pedro Tenorio concedió la independencia a La Iruela, otorgando a su heráldica los leones de gules que le eran propios.
Una vez perdida su función militar, el castillo fue habilitado como cementerio.
Por su arquitectura y belleza paisajística fue declarado Conjunto Histórico Artístico en 1985.
El castillo de La Iruela, gracias al carácter abrupto de la peña sobre la que se asienta, cortada en tajo por sus frentes, era una fortificación muy difícil de conquistar.
La pequeña torre del Homenaje, de planta casi cuadrada y modestas proporciones, nace en la parte más elevada de la roca, como si fuera su continuidad. Está estructurada interiormente en dos pisos, el superior de ellos cubierto por bóveda de cañón apuntada. La estructura original tenía un piso intermedio de madera del que se conservan los mechinales. Complementan la torre diversos cerramientos que habilitan un reducido alcázar de difícil acceso, también de época cristiana.
A la torre se accede desde un nivel inferior, más amplio, provisto de un generoso aljibe y bordeado por muros y cuatro torreones de calicanto, uno de ellos con entrada en acodo, probablemente de origen beréber. Además, se conservan algunos parapetos almenados provistos de saeteras.
En un tercer plano, más bajo y de mayor amplitud, con restos defensivos de tapial y mampostería irregular, se encuentra lo que debió constituir el primitivo recinto de la alquería árabe.
Fuera del recinto propiamente dicho del castillo, se construyó una torre-puerta de cierto empaque y geométrica silueta, sobre base cuadrangular, que da paso a un patio de armas. Su vano es adintelado con arco de medio punto de dovelas de piedra bien remarcadas y, en su parte superior, presenta cuatro huecos para ventanas, cubiertas también por arco de medio punto.
Dentro del recinto del castillo se ubica la Iglesia de Santo Domingo que se construyó por orden de Don Francisco de los Cobos en el siglo XVI, en honor al patrón de La Iruela, Santo Domingo de Silos.
Tras una reciente rehabilitación, en el recinto del castillo de La Iruela, se ha construido un teatro al aire libre que homenajea a los teatros griegos de las épocas arcaica y clásica, donde se realizan actividades artísticas e incluso espectáculos pirotécnicos.