castellolì
El termino aparece documentado desde el año 961 y el castillo desde el año 1003 cuando fue atacado por el sarraceno Abd-al-Malik, hijo de Almansur, durante su razzia en una operación de castigo hacia los condes catalanes que habían roto las paces que habían hecho con su padre. En aquella época el castillo se conocía como Castell Hodelino de donde derivaría su actual nombre.
Se construyo como la mayoría de los castillos en un punto estratégico, pensando en la defensa de las tierras situadas en la orilla izquierda del río Llobregat, la Cataluña Vieja, convirtiéndose pues un paso vital. Durante el siglo XII perteneció a la familia Benlloch los Jorba y finalmente a los Cardona, que en retuvieron el dominio señorial hasta el siglo XIX.
Las primeras noticias del castillo datan de julio de 990 con motivo de la donación de Senderedus y mujer en la iglesia de Santa María del término del castillo de Claramunt y del condado de Barcelona, de unos terrenos que se encontraban en el condado de Manresa «in terminio de castrum Audelino». Esta denominación proviene, según afirmó Francesc Carreras (1907), del nombre de un noble llamado Eulí, Aulí u Odelí, el cual con el tiempo se convierte en Olí.
Durante la Guerra los Segadores (1640-1652) Castellolí y su castillo jugaron un papel importante en la estrategia de intentar cortar el paso a las tropas castellanas. El castillo fue desmantelado casi por completo, en cumplimiento de las órdenes de derribo contra todos los castillos y casas fuertes catalanas dictadas por Felipe V como represalia por la Guerra de Sucesión.
El último episodio que viviría el castillo fue durante la primera guerra carlista, cuando Castellolí fue centro de un destacamento militar para defender el camino y el acceso a Igualada.
El castillo de Castellolí es un castillo en ruinas. Del recinto aún se conservan importantes fragmentos de muralla, una gran cisterna y dos estancias cubiertas con bóveda de medio punto. En uno de los extremos se conservan el ábside adornado con bandas lombardas de la que fue iglesia románica de San Feliu, y que, posteriormente dedicada a San Vicente, fue parroquial hasta el año 1705.
El estado actual del castillo es de ruina conservándose algunos restos, dispersos por la cima de la colina, de época diversa. Las más antiguas son una cisterna rectangular y los muros perimetrales de algunas estancias, todos en un estado ruinoso.
En uno de los extremos se conservan restos del ábside adornado con bandas lombardas de la iglesia de San Vicente, que fue parroquial hasta el año 1705. Es Bien de Interés Cultural desde el año 1988.
El conjunto de ruinas del antiguo castillo se encuentra muy cerca del camino que une Igualada y la Cuenca de Ódena con Barcelona a través de los Brucs. Fue construido en un lugar bien estratégico en cuanto a la defensa de las tierras situadas en la orilla izquierda del río Llobregat (la Cataluña Vieja) convirtiéndose pues un paso vital en este sentido.
El otro castillo cercano que defendía el otro paso importante era el de Castillo de Claramunt, que guardaba el camino que conducía al Panadés a través del estrecho de Capellades. Una misión idéntica conservando dos pasos vitales para la consolidación de las fronteras condales con los sarracenos del Bajo Panadés y Campo de Tarragona.