saldes
La primera referencia documental la tenemos comprendida entre los años 1068 y 1.095, cuando Galceran, hijo de Sicardis prestó juramento de fidelidad a Guillem Ramón,
conde de Cerdanya. Posteriormente entre los años 1109 y 1117 se volvió a hacer lo mismo sacramento, esta vez fue con el conde Bernat Guillem;cuando este último fina, pasó a Ramón Berenguer
III, conde de Barcelona.
El en 1165, eran señores de este castillo Engarcerán y Berenguela de Pinós, se cree que en esa época eran los castellanos la familia Saldes. Entre los años 1162
y 1196, Galceran de Pinós juró fidelidad al rey Alfonso "el Casto", por este castillo y otros. Le sucedió su hijo homónimo que en 1279 arrendó durante cinco años los réditos de
Saldes.
En 1294, Galceran de Pinós y su esposa Berenguela, ratificaron a Jaume Martí, de Bagà, la alcaldía y el término de este castillo. Un año más tarde fue nombrado
R. De Vallespirans como gobernador de este territorio. En el año 1296, Galceran de Pinós dio a Jaume Digo, de Bagà, este castillo con la condición de que hiciera estancia permanente
con su familia.
Entre 1306 y 1.316, este castillo junto con el de Bagà, Gavarrós y Gósol estuvieron ocupados por las fuerzas del rey Jaime II que estaban en guerra con Pedro I
Galceran de Pinós. Cuando este último fina, se produjo una controversia respecto de si era necesario rendir homenaje al rey por los castillos de Gósol, Espà, Saldes y Querforadat; los
juristas sentenciaron a favor de los Pinós ya que los tenían en propio alodio, y no enfeudados por el rey.
El año 1324, murió el ajenjo Bernat de Gósol, que poseía este castillo entre otros los utilice, por el barón de Pinós. Le sucedió su hija Violante que tomó la
investidura de mano de P. De Santa Eulalia.
En el año 1326, los hombres de Gresolet estuvieron penyorats porque no habían acudido al sonido que había sido emitido desde el castillo de Saldes. El
año 1.344, el barón de Pinós arrendó este castillo por 85 libras. El año 1357, Ramon Fortuny fue nombrado alcalde de saldes por Pedro III Galceran de Pinós. En 1370 se hicieron obras en
el castillo, principalmente en la residencia del señor.
En el censo de 1365-1370 contaba con 58 fuegos, también se encuentra incluida aquí la parroquia de Turbau. En el censo de 1381, se asigna al castillo de Saldes,
36 fuegos. En 1383, Bernardo I Galceran de Pinós, heredó de su hermano Pedro este castillo y juró guardar los privilegios de Saldes. El año
1484, durante la revuelta de los remensas, este castillo estuvo en peligro de ser tomado por los agricultores.
En el siglo XVII, este castillo pertenecía al duque de Alba.
El castillo de Saldes se encuentra a 1261 mts. Hacía mucha envidia a los moros, que cercaron por todas partes y se pusieron al frente de hacerlo suyo, a
toda costa. El asedio duró meses y años, y llegó un momento que los que defendían el castillo no dispusieron de la fuerza suficiente para defenderlo y decidió abandonarlo.
Una noche muy oscura, en la que era imposible de ver nada, abrieron las puertas del castillo y, montados en caballos, los defensores emprendieron camino
abajo. Para desorientar a los moros, los defensores cambiaremos la dirección de las herraduras de los caballos, por lo que parecía que entraran en el castillo en vez de salir. Cuando ya
eran muy allá, les pareció que por detrás suyo y hacia el castillo se veía como una luz muy fuerte; se giraron y vieron el cielo y encima mismo del castillo una gran cruz de fuego que
brillaba y centelleaba.
Los fugitivos permanecieron parados y creyeron que aquello era un aviso del Cielo para que no abandonaran el castillo, que la providencia divina los
ampararía. Giraron grupa y volvieron hacia el castillo;antes, sin embargo, despegar los caballos y los pusieron las herraduras del derecho.
Al día siguiente los moros, que estaban un poco aturdidos por el signo luminoso que la noche antes habían visto el cielo, vieron por todos los alrededores del
castillo un gran número de huellas de caballo, todas dispuestas en dirección al castillo. Creyeron que los asediados habían recibido un gran refuerzo que les debía haber llegado de manera
providencial y que aquel signo de la cruz en el cielo en debía ser la señal. Y, convencidos de que ellos no podían nada contra el querer del Cielo, abandonaron la empresa y se fueron a toda
prisa por miedo a recibir un gran ataque.