castrillo de villavega
Los restos del castillo que da nombre a la localidad se encuentran sobre un montículo arenoso situado encima de un talud que domina el río Valdavia. Está formado por una torre protegida por una barrera circular. Su origen probablemente corresponda a las primeras épocas de la repoblación, en el siglo X, como fortaleza avanzada con funciones de vigilancia para prevenir los posibles ataques musulmanes.
La torre es de planta rectangular con unas medidas interiores de 6,30 por 6,70 metros. Conserva parte del lienzo Sudoeste, el Noroeste completo, mientras que del Nordeste falta una esquina, y el Sureste prácticamente ha desaparecido quedando únicamente la esquina Sur del mismo. Está construida con muros de cal y canto rodado de 1,30 metros de espesor, sin que se conserven vestigios de su revestimiento de mampostería, utilizado en 1832 para la construcción de la torre parroquial.
En la parte Sur del montículo se encuentran parte de una fuerte barrera de hormigón macizo, con 2 metros de espesor y varios de altura, que seguramente rodeaba la base del montículo excepto por el Este donde el propio talud y el río servían de barrera natural.
Según una descripción existente a finales del siglo XIII la fortaleza tenía buen aposento para el alcaide, estando cercada por cavas y barbacanas, contando con puentes levadizos. Dos siglos más tarde ya se encontraba muy deteriorada. En 1594 se nombra alcaide de la misma a Jaques Gómez de la Vega, vecino de Saldaña.
Su situación geográfica seguramente fue el motivo por el que en la Alta Edad Media se construyó un castillo o atalaya desde el que se podía controlar un vasto territorio. Los restos que aún perviven, constituyen un valioso y extraño ejemplo de Fortaleza de Repoblación, y nos permite tener una idea de como pudo ser el Castillo de Agüero (Buenavista de Valdavia), el cual sirvió de cabecera en la repoblación del Valle de la Valdavia, y del cual este castillo de Castrillo de Villavega serviría de avanzadilla. Castrillo debió contar también con una cerca o muralla, así parecen indicarlo los nombres de algunas de sus calles como por ejemplo la calle "Postigo".
En 1797 Gaspar Melchor de Jovellanos, en su obra Diario, describe la fortaleza como "alta torre de piedra; todo lo demás de tapial debajo, amasado con masa; algo de adobes". A mediados del siglo XIX se encontraba en estado ruionoso según Pascual Madoz.