belmonte de campos
El Castillo data del siglo XV-XVI, aunque a mediados del siglo XIV aún no existía la torre. La Fortaleza perteneció a la familia Sarmiento, la cual posteriormente vendió junto al pueblo a Inés de
Guzmán, señora de Villalba de los Alcores y Fuensaldaña. La parte más antigua de la torre fue construida entre finales del siglo XV y principios del XVI, y su construcción puede ser atribuida a
Gómez de Isla al presentar varias similitudes con las torres de Fuensaldaña, Peñafiel o Torrelobatón. En 1523, se realizan importantes obras en la torre, a la que se añade un cuerpo más, en el
que se aprecia en el exterior un cambio de piedra utilizada.
Posteriormente perteneció a la familia Manrique, al conde de Oñate y poco después al marqués de Montealegre, dueño de Belmonte y Meneses. A mediados del siglo XVIII, la localidad es señorío del
Duque de Arcos. En 1904 el castillo fue adquirido por varios vecinos del pueblo en la cantidad de 2.800 pesetas. Es monumento histórico-artístico desde el 3 de junio de 1931. A día de hoy
se encuentra en manos privadas, aunque curiosamente no exista ningún documento que verifique dicha posesión.
El castillo se sitúa sobre una pequeña mota en un extremo del pueblo. Esta formado por una magnífica Torre del Homenaje y restos de un recinto irregular que encierra una plataforma a la que se accede por una puerta custodiada por un torreón circular.
La torre es de planta casi rectangular, de 20 metros de altura. Cuenta en su interior con cuatro plantas, de las que han desaparecido los forjados de madera correspondientes a algunos de los piso. Al recinto adosado a la torre se accede por medio de una puerta con arco de medio punto formado por grandes dovelas.
La parte superior de la Torre y un Balcón están profusamente decoradas, la misma cuenta con un alto parapeto volado que une las cuatro torrecillas, en el que las almenas se decoran con bolas. Este parapeto se inicia por debajo del nivel de la azotea sobre modillones y contaba con gárgolas que representaban águilas, aunque sin utilidad aparente ya que una segunda línea de gárgolas, a mitad de altura del parapeto y que simulan cañones, son las que realmente evacuan el agua.
En la parte exterior cuatro torrecillas o garitones en las esquinas arrancan desde el cuarto piso y alojan en su interior bellas escaleras de caracol sin pilar central. Son más decorativas que útiles dada la estrechez de las escaleras, como se puede ver perfectamente al estar una de ellas parcialmente destruida.