SALAMANCA
Al igual que otros lugares de la meseta castellana, Salamanca también fue escenario de antiguas guerras y frecuentes contiendas medievales.
Ello favoreció que surgieran innumerables defensas. Unas, simples en forma de torres aisladas; otras, más sólidas como recintos amurallados y fortalezas. Unas, vigilando desde lo más alto; otras, en la tranquilidad del llano.
Casi todas levantadas en piedra, de duro granito o de dorada arenisca. La mayor parte de ellas, movidas por la defensa y la agresión; las menos, por la ternura y el amor.
Castillo de Alba de Tormes. La cuna de una estirpe.
La imponente Torre de la Armería actual da idea del espléndido castillo palaciego del Gran Duque de Alba. Destacan las pinturas murales en su interior y el mirador panorámico en lo más alto de la torre.
Castillo de Béjar. Baluarte de La Via de la Plata.
Castillo palacio de sobrio aspecto, encierra un singular patio interior con arquerías de tipo renacentista. Catalogado Bien de Interés Cultural, preside la Plaza Mayor de la ciudad de Béjar.
Castillo de Buen Amor. Ejemplo de fortificación del llano.
La historia de este castillo palacio-residencial hace honor a su nombre. Situado en la llanura, sin defensas naturales, posee un gran foso exterior y un patio central con galería de doble arcada. Destacable es también su torre del homenaje.
Castillo de Ciudad Rodrigo. Testigo de múltiples luchas.
De estilo gótico medieval, este castillo de Enrique II de Trastámara se alza en la muralla que rodea Ciudad Rodrigo vigilando el puente sobre el río Águeda. Hoy alberga un Parador Nacional de Turismo.
Castillo de Ledesma. Sillares de D. Beltrán de la Cueva.
Más conocido como la Fortaleza, su imagen contundente y pétrea parece una continuación de las rocas graníticas sobre las que se sustenta. Durante los Corpus ledesminos se convierte en escenario singular.
Fuerte de la Concepción. Vigía de las tierras portuguesas.
El Real Fuerte de la Concepción se levantó en el siglo XVII junto a la frontera con Portugal, a poca distancia de la fortificación lusa de Almeida. Junto al cuartel de Caballería y el reducto de San José, forma un magnífico complejo militar.
Castillo de Miranda del Castañar. El Condado de Miranda.
Hogar y cuna del Condado de Miranda, alcanzó su esplendor en 1547. La fortaleza y su patio de armas presiden la entrada al recinto histórico y forman parte sustancial de la estampa de esta villa serrana.
Castillo de Monleón. La relevancia del poder feudal.
Destaca del castillo su magnífica torre del homenaje, de planta cuadrada, que se eleva en los márgenes de la villa en una zona escarpada sobre el río Alagón. Símbolo del poder feudal, fue testigo de dramáticos hechos.
Castillo de Montemayor del Río. Orgullo de Montemayor del Río.
Esta hermosa fortaleza rivaliza en belleza con un entorno de castaños, lo que le ha valido el apelativo de Castillo del Paraíso. Recientemente restaurado, acoge el Centro de Interpretación del Medievo.
Castillo de Puente del Congosto. Guardián de la Cañada Real Soriana Occidental.
El castillo se alza imponente como guardián a un extremo del puente medieval en la margen izquierda sobre el Tormes, función para la que se alzó. Data del siglo XV, ha sido restaurado y se destina hoy para la celebración de todo tipo de eventos.
Castillo de San Felices de los Gallegos. Reyertas de frontera.
Situado en tierras fronterizas, esta condición ha dejado sus huellas históricas en el entramado de su construcción. En su interior alberga una exposición didáctica sobre las Fortificaciones de Frontera.
Castillo de San Martín del Castañar. Centro de la Reserva de la Biosfera.
Asomado al río Francia, y tras una cuidada restauración, el recinto medieval acoge el Centro de Interpretación y Recepción de Visitantes de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia.
